“Lo primero es dejar de definir la vivienda como una
mercancía”
Entrevistamos a Boris Cofré Schmeisser, historiador y
coordinador político del Movimiento de Pobladores Ukamau en Chile
por Lisa Pausch
El Movimiento Ukamau surge en el contexto de la dictadura de
Pinochet en un barrio popular de Santiago en los años 80, como parte de las
distintas experiencias en resistencia a la dictadura. Si bien emerge como una
agrupación cultural vinculada al MIR, desde hace algunos años lleva la bandera
de un conflicto social neurálgico en Chile: el acceso a la vivienda.
Ukamau, que significa «así somos» en aymara, se transformó
así en la década del 2000 en un Movimiento de Pobladores que cuenta con la
participación de más de 1.500 familias de las comunas de Estación Central, Peñaflor, Cerrillos, El Melón-Nogales y se
está ampliando a otras regiones. Desde este año, la Fundación Rosa Luxemburgo
estableció una alianza con Ukamau para la defensa del derecho a la vivienda a
través de la formación política de dirigencias populares de base, apostando así
al fortalecimiento del movimiento popular en Chile.
En éste contexto conversamos con Boris Cofré Schmeisser*,
miembro de la coordinación política de Ukamau – Pueblo Libre.
La segregación se muestra hace años como problema en la
mayoría de las grandes ciudades, así también en Santiago de Chile. ¿Cómo se
distingue este proceso en Santiago de Chile en comparación con otras ciudades,
hay otra urgencia en la capital chilena?
Las ciudades latinoamericanas tienen en común una larga
historia de segregación que coincide con la instalación de estos modelos
capitalistas y su forma de desarrolla urbano, por lo tanto, la segregación y
desigualdad socioespacial ha existido desde larga data en Chile y América
Latina. Respecto a la expresión sintomática más clara hoy día, diría que la
llegada masiva de inmigrantes en los últimos 5 años ha modificado el paisaje
urbano y de la problemática social en la capital y sobre todo en el norte del país…
¿Inmigración proveniente de dónde? ¿De Venezuela o de otros
países?
Hace unos 15 años llegó una oleada importante de peruanos,
que están absolutamente asimilados en la sociedad chilena. Esto es importante
porque la primera generación de inmigrantes que llega no se plantea el problema
de la vivienda ni de la propiedad. Siempre tenían en mente que se iban a volver
a su país. Pero con el tiempo tuvieron hijos, que se hicieron grandes, y con el
tiempo se han incorporado a los movimientos de vivienda.
Pero hay una migración posterior de muchos haitianos. Es
todavía la primera generación instalándose, no necesariamente están en lucha de
manera más masiva. Y en los últimos años llegaron también muchos colombianos y
venezolanos, gente que viene arrancando de la crisis actual y ellos se han
incorporado más en las capas medias, como comerciantes o con trabajos
informales en la ciudad. Tienden a ser más distantes de los movimientos
sociales chilenos de hoy día.
Tienen en común estas migraciones que los que no son
profesionales, han tenido que sufrir la sobreexplotación, las condiciones
laborales sin contrato, etc. Y en el caso de la vivienda, los haitianos por
ejemplo, subarriendan en el casco histórico habitaciones de mala calidad, casi
como en el siglo pasado, a valores que son absolutamente irreales, que están
inflados.
La problemática particular de esta generación es la
localización. Los movimientos de vivienda empiezan a luchar por quedarse en las
comunas donde residen. Porque si no los conjuntos de vivienda de interés social
quedan en la periferia, muy alejados del centro o de los lugares de trabajo.
¿Es un problema de viviendas para personas con baja renta o
afecta a todas las clases sociales que no son propietarios, de la misma manera?
El problema de la vivienda en Chile es que existe un sistema
económico muy liberal. El acceso a la vivienda se da a través de la compra, y
es muy muy caro comprarse una vivienda en Chile. Actualmente, el 85% de la
población tiene ingresos que no permiten comprar una vivienda de valor
promedio. Por ello, ha aumentado notablemente el allegamiento, el arriendo y la
residencia en campamentos o asentamientos informales.
¿Nos podés dar un ejemplo?
Para construir una casa hay que pedir un préstamo para dar
el pie, y este pie es por ley el 20 % del valor de la vivienda. Entonces tienes
que pedir un préstamo en un banco para poder adelantar el 20 por ciento del
valor de la vivienda y luego tienes que ir a otro banco y pedir un préstamo
hipotecario para pagar la vivienda. Las hipotecas corren por 30, 40 años y en
cuanto a los valores, no hay límite. Una vivienda tipo clase media, en barrio
clase media, que costaba no muchos años atrás unos 80 millones de pesos, hoy
perfectamente puede estar en 200 millones de pesos. El valor real ha tenido un
crecimiento exponencial los últimos años, es una locura. Mientras los precios
producto de la inflación crecieron un 37% y el ingreso un 24%, entre 2011 y
2018, el valor de las viviendas aumentó 67%.
En sectores populares hay una opción de vivienda de interés
social que no requiere asumir deuda, que es por la cual luchan los movimientos
de pobladores. Lo que te piden básicamente es un ahorro, que no es muy grande,
luego el Estado construye y se paga en el tiempo. Pero estos procesos pueden
demorar diez años, si es que tienes un movimiento social que empuja el proceso.
Si la vivienda se logra en seis años sería muy exitoso, pero si no estás
organizado puede llegar a demorar 15, 20 años o más.
Según datos de la Cámara de Construcción chilena faltan más
que 740.000 viviendas para un total de 2 millones de personas, sobre todo en la
región metropolitana. Una Cámara de la Construcción puede tener un interés
particular en que sean altos, para que haya más presupuesto para construir.
¿Cuál es el papel de empresas en definir las políticas públicas en este sector?
Históricamente la Cámara de Construcción ha tendido a
diagnosticar el problema de la vivienda con números muy grandes porque la
propuesta de política habitacional que le presenta al gobierno es que el
problema de la vivienda se resuelve completamente en el mercado. Mientras más
grande sea el número de viviendas a construir, más grande es el negocio.
De todos modos, hay que decir que los datos que presentan
provienen de estudios serios. Lo que se puede discutir es qué es lo que se
entiende por déficit habitacional. La Cámara Chilena de la Construcción ha sido
el ente que ha diagnosticado y pensado de manera concreta la política
habitacional en Chile los últimos 60 años. No ha habido otro actor con la
capacidad de diagnosticar e implementar políticas habitacionales. Esto viene de
los años 50, cuando estalla la migración campo-ciudad. Había un gobierno
populista que intentó desde el Estado hacer el diagnostico, pero fracasó.
Fueron los empresarios, muy apoyados por los Estados Unidos, que impulsaron la
política habitacional en esta lógica liberal en el año 1959 y de ahí en
adelante, de manera interrumpida, han sido ellos quienes han diseñado la
política pública. Le entregan el diseño al ministro de la vivienda y éste lo
implementa. La única excepción notable fue el gobierno de la Unidad Popular.
Para dar un ejemplo: quien diseña el Ministerio de la
Vivienda en Chile fue un director de la Cámara Chilena de la Construcción,
quien fue a su vez el primer Ministro de Vivienda que tiene Chile; su nombre es
Collados (Modesto Collados Nuñez), y luego quienes asumieron esta
responsabilidad en los gobiernos sucesivos son gente muy cercana a la Cámara de
la Construcción o directamente algunos de sus directores. Entonces ellos han
tenido un rol absolutamente fundamental en el diseño de las políticas que hay.
Por eso lo que tenemos en Chile un sistema de producción y distribución de
vivienda, barrio y ciudades absolutamente privatizado. No existe una empresa
pública que equilibre o haga contrapeso al dominio absoluto de la empresa
privada.
Ahora está a punto de firmarse la llamada “Ley de
Integración Social y Urbana”. A primera vista suena interesante, más casas para
familias que tienen subsidios y en zonas urbanizadas con acceso a
infraestructura. Vos y el movimiento Ukamau critican profundamente esta medida.
¿Por qué?
Hay una trampa ahí. En los últimos años ha habido una
discusión, y los sectores progresistas o de izquierda habían levantado la
crítica respecto a la segregación en la ciudad, profundizado durante la
dictadura de Pinochet. Hubo un acuerdo transversal de que había que abordar el
problema de la segregación. Y la derecha lo que hace es utilizar el discurso de
estos sectores progresistas y de izquierda, para presentar un proyecto de ley
que hace todo lo contrario a lo que dice su título.
Ellos dicen es que presentan un proyecto de Ley de
Integración Social Urbana porque comparten este diagnóstico, que hay que
revertir la tendencia de segregación y desigualdad. Sin embargo, este proyecto
de ley no viene a reemplazar la política nacional de desarrollo urbano, no
viene a remplazar el plan habitacional. Lo que genera es un incentivo para que
los empresarios construyan vivienda en algunos lugares específicos en la ciudad
para familias de ingresos medios. Esto se parece a algo que existía en 1948 y
se llamaba la Ley Pereira. Es un proyecto de ley que tiene nombre de
integración social pero que en realidad es una política de incentivo a la
inversión de capital para hacer negocios con vivienda de clase media y que les
permite a los empresarios tener acceso a terrenos públicos bien localizados.
Vos y tus companerxs luchan por la justicia espacial. ¿Qué
describe el término “justicia espacial”?
En el caso de Ukamau nosotros tenemos un plan mínimo, medio,
máximo. En el plan mínimo tenemos un avance concreto que es el proyecto
habitacional La Maestranza I y estamos peleando por La Maestranza II, además de
nuevos conjuntos habitacionales en las comunas de Peñaflor y Cerrillos. Son
viviendas con una concepción distinta. La Maestranza tiene un estándar de
vivienda que es superior al estándar de la vivienda social promedio en Chile.
El método de lucha de Ukamau permite a las familias disputar en mejores
condiciones políticas su acceso a la vivienda.
¿Por ejemplo, los 62 m² en vez de 55 m² por departamento
como mínimo?
Sí, por ejemplo, el metraje de los departamentos, pero no
sólo eso. Tiene que ver con la concepción de los espacios públicos, tiene que
ver con la localización, es decir, Ukamau al construir La Maestranza I
construye un barrio de estándar de “clase media” para al mundo popular. Y esto
se consiguió a través de la lucha. Lo que se busca ahora es replicar la
experiencia en una Maestranza II y en la comuna de Peñaflor y Cerrillos. Ukamau
quiere construir una ciudad distinta, pero en concreto. No es una consigna,
sino barrios que de verdad se levantan. Lo primero es dejar de definir la
vivienda como una mercancía y definirla como un derecho social que el Estado
tiene que garantizar.
¿De dónde surge esta experiencia?
La dictadura de Pinochet no solo significó autoritarismo
político sino además coincidió con una crisis económica muy profunda. Resistir
a la dictadura era un poco pelear contra autoridades políticas, pero también
organizar una vida social en un contexto de mucha pobreza. En ese escenario
nace Ukamau dentro de un sector de izquierda en Chile más rupturista, que no
hace parte del acuerdo de transición en el año 90 y queda excluida de los
procesos de integración política. Luego de ser reconocido en los 80 como actor
legitimo por su oposición a la dictadura, Ukamau pasa a ser estigmatizado y
discriminado en los gobiernos de la transición, y queda en los márgenes de la
política y la sociedad en los años 90. En el 2001, 2006 o 2011 se abren nuevos
espacios de movilización en Chile, y Ukamau se transforma en ese proceso en un
movimiento de pobladores. En esta lucha se politiza y se transforma en un
movimiento social político que conduce a más que de 1000 familias en distintas
comunas de la región metropolitana de Santiago. Hay otras estructuras como el
instrumento político Pueblo Libre y un equipo de profesionales alojado en la
Fundación Feman.
Desde julio 2019 en Ukamau están llevando a cabo una Escuela
de Formación. ¿A quién se dirige?
La escuela tiene como objetivo conocer y comprender las
principales características del modelo neoliberal y ver cómo opera en el plano
de la vivienda, en los barrios y la ciudad. Está dirigida a las dirigentes del
movimiento de pobladores Ukamau, son en total unas 100 personas, de ellas el 98
% mujeres. Nos reunimos en torno a talleres una vez por semana, en distintos
territorios. Ellas son las dirigentes de los comités que sostienen el
movimiento, hay dos o tres reuniones por semana en las que deben participar.
Estas dirigentes requieren de un proceso de formación más sistemático a nivel
de la teoría y política. Ellas tienen que enfrentar en sus luchas cotidianas
por la vivienda situaciones de política reivindicativa e institucional, porque
tiene que relacionarse con los alcaldes, los diputados, el municipio, etc. La
metodología que tiene la escuela no es académica, sino de la educación popular
que reconoce la cultura popular y produce conocimiento colectivo. No viene solo
un experto y habla sobre la política de vivienda, sino que colectivamente vamos
produciendo este saber con relación a las prácticas de lucha que se están dando
en la vida cotidiana.
Dijiste que la mayoría de las dirigentes son mujeres. ¿Ellas
entonces también son las más afectadas por la segregación?
El problema de la vivienda afecta a más de 2 millones de
individuos, yo creo que son hombres y mujeres por igual. El tema es que por las
características patriarcales de nuestra sociedad el lugar social que tiene la
mujer al interior del espacio del hogar, se produce una especie de
subordinación por lo tanto le afecta de manera distinta. La mujer todavía es la
responsable de los hijos, si se separa la familia, normalmente el hombre sale
de la vivienda y la mujer se queda con los hijos. En esa construcción de
familia la mujer juega un rol fundamental. Para poder tener familia se necesita
un espacio, la vivienda. Y no tenerlo implica tener que irse a una vivienda de
otra familia donde ella va a quedar doblemente subordinada. La segregación
afecta por igual a hombres y mujeres en términos cuantitativos, pero en
términos de la realidad social, a la mujer por supuesto le afecta de manera
mucho más directa. Y por eso tiene la disposición de organizarse y enfrentarse
a la autoridad. La capacidad y la creatividad que tienen las mujeres populares
para organizarse es absolutamente admirable. Yo soy un profesional y me pongo
al servicio de ellas. No es cierto que el mundo popular tenga menos disposición
a la organización o la política.
¿Qué esperás para el futuro, suponiendo el caso más probable
que se firme la Ley de Integración Urbana?
El próximo año hay elecciones municipales que ya van a dar
perspectiva para las elecciones presidenciales 2021. Las transformaciones más
profundas van a pasar con el sistema político, el movimiento Ukamau y su
instrumento político Pueblo Libre van a levantar candidaturas en distintas
comunas y el futuro del proceso se va a jugar también en esta arena. A Chile lo
que le espera posiblemente hacia el 2022 es la posibilidad de un gobierno
progresista dirigido en parte por el Frente Amplio. Ukamau debe ser de los
movimientos más activos y dinámicos que representa al mundo popular y la tarea
que nos corresponde seria instalarlo en este posible gobierno, es decir, romper
con la exclusión política del mundo popular.
El resto del movimiento corresponde más bien a las clases
media y media-altas, que tienen reivindicaciones legítimas, pero tienden a
reivindicar libertades individuales. Lo que distingue a Ukamau de ellos, es que
nosotros luchamos por libertades más colectivas y del mundo de los trabajadores
y sectores populares.
Boris Cofré Schmeisser
Es licenciado, magister y doctor en historia. Jefe de
Programa de Formación Pedagógica en la Universidad Academia de Humanismo
Cristiano. Investigador de la Fundación Feman y miembro de la coordinación
política de Ukamau – Pueblo Libre.
Publicado originalmente en: https://fundacionfeman.cl/noticias/lo-primero-es-dejar-de-definir-la-vivienda-como-una-mercancia/
Foto: https://acortar.link/FFmtyd